
Este fin de semana ha sido especial, empezó el viernes a las 18:30 hrs. Volví a ver La femme da cote.
Después de tantos años pienso que: Tanta pasión merecía unos besos bien dados. Quedé con la misma sensación de desamparo de antaño. Cuando salí del cine estaba lloviendo copiosamente. Debía caminar dos cuadras para llegar al metro, el entorno del cine, Barrio San diego, es para comentario aparte, además del hecho de pasar casi al lado del Instituto Nacional, también comentario aparte, nostalgia aparte. Corrí al metro, bajo la lluvia, por la calle oscura, a esa hora todos los locales ya estaban cerrados, así es que más corrí por la oscuridad que por la lluvia. Llegué al 14 y me estaba esperando Nubecita. Fue una aventura llegar a casa, llovía y llovía, el iba de lo más "contento", con el limpiaparabrisas chillando más de la cuenta, tratando de ver por el espejo retrovisor que se empañaba a cada rato y tratando de esquivar a un montón de autos que al parecer querían a toda costa llegar antes que nosotros.
El pequeño me reclamó porque no le había avisado de la película, yo lo suponía ocupado.
Toda la noche llovió, yo me despertaba a ratos y escuchaba la lluvia incesante, dormía y volvía a despertar y sentía la lluvia. El día sábado siguió lloviendo, mientras tanto las noticias daban cuenta de los desastres. Varios canales se salieron de sus cauces o más bien retomaron sus cauces arrebatados. Había inundaciones en muchos lugares, puentes cortados, gente aislada. Salimos un rato sólo de compras el sábado. El domingo la lluvia se detuvo a ratos, pero en uno de los lugares más comprometimos hasta se puso a nevar.
En la noche vi la película El gran Pez, me encantó, también merece un futuro comentario aparte.
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