
Pronto voy a empezar a leer "Tengo miedo Torero" de Pedro Lemebel. Tiempo atrás de algún lugar extraí esto: "Cada vez que Carlos se perdía, un abismo insondable quebraba ese paisaje, volviendo a pensarlo tan joven y ella vieja, tan hermoso y ella tan despelucada por los años. Ese hombrecito tan sutilmente masculino, y ella enferma de colipata, tan marilaucha que hasta el aire que la circundaba olía a fermento mariposón. ¿Y qué le iba a hacer?, si la tenía moribunda como un papel de seda marchito por la humedad de su aliento. ¿Y qué le iba a hacer?, si en su vida siempre alumbró lo prohibido, en el retangueo amordazado de imposibles.
Quién iba a imaginar que el verdadero amor
nos golpearía de este modo el corazón: ya tarde cuando estamos sin remedio prisioneros de la equivocación".
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