Friday, September 02, 2005


S A U D A D E
El cuarto año básico lo hice en tres colegios distintos.  Empecé en el colegio Elena Bettini, era el mes de mayo más o menos y nos cambiamos de casa.  Continué en el colegio Materdei y en Julio nos volvimos a cambiar de casa, (departamento) y terminé en el colegio San Juan Bautista.
En el Colegio Elena Bettini ingresé a primero básico, pero cuando llevaba unos días, descubrieron que yo ya sabía leer, también sumar y restar y dijeron "esta niñita está perdiendo el tiempo en primero" así es que sin mayor tramitación me pasaron a segundo básico.  Recuerdo perfectamente el día en que mi mamá me fue a buscar a la sala en que estaba y yo salí corriendo a encontrarla y le digo "mamá me pasaron a segundo".  Tengo lindos recuerdos de ese colegio, la casa de las religiosas era una casona antigua, atrás estaban las salas, habían unos patios techados.  Tenían un patio sin acceso para las estudiantes, pero un día de celebración hicimos una especie de picnic y fuimos a ese patio, habían hartas plantas y árboles, y también unos juegos, una especie de rueda hexagonal donde uno se sentaba y hacía girar la rueda con los pies.  Los recuerdos que tengo en la mente de ese colegio se me confunden con otros recuerdos muchos más nuevos del colegio Divina Providencia que conocí muchos años después, donde estudió el pequeño y que por coincidencia es de las religiosas de la misma congregación.  En el colegio Elena Bettini estudié entonces de segundo a principios de cuarto básico, en ese tiempo estaban construyendo un nuevo edificio y lo que nunca me olvidé fue de un trabajador de esa construcción, que era joven y cantaba la canción "Lisa ya no eres tú"....  Nos cambiamos de casa a la Villa Suiza en Cerrillos, nunca más volví pero en mi memoria la casa era tan grande y bonita, tenía altos y grandes ventanales, entraba el sol a raudales.  Ahí vivimos muy poco porque justo en ese tiempo a mi papá le entregaron el departamento, donde hoy todavía viven mi mamá y mi hermano.  Entré a estudiar al Colegio San Juan Bautista, lo que más recuerdo de entonces es que mi papá me iba a dejar, a veces nos íbamos caminando y él siempre me contaba historias. Otras veces me llevaba en bicicleta.  Un día me enseñó una canción:
"YA VAMOS LLEGANDO A PÉNJAMO, YA SE OYEN LOS BURBUJARES, DE CORRALEJO PARECE UN ESPEJO MI LINDO PÉNJAMO", me gustaba mucho esta canción, hoy creo que si la volviera a escuchar me moriría de nostalgia.  Yo me imaginaba que Pénjamo era algún pueblito del Sur, ahora tratando de encontrar más antecedentes, descubrí que es un lugar de México.  Un día le pedí a mi papá que me volviera a cantar esa canción y me dijo "no me acuerdo", en ese entonces supe que no la quiso cantar por nostalgia, no sé cuáles serían sus motivos, pero aunque yo tenía pocos años, supe que era nostalgia; siempre he sabido reconocerla y creo que es uno de los peores sentimientos que existen, para mí al menos, me duele más que la misma pena, es como un ahogo, un dolor, es un cuchillo revolviéndose en el pecho, es la angustia de algo que nunca más volverá.  Cuando mi papá murió busqué la palabra en el diccionario:  
"Sentimiento de pena o de tristeza motivado por el alejamiento o la ausencia de algo querido o por el recuerdo de un bien perdido"
Era justamente lo que yo pensaba, sólo que decir pena o tristeza me parece muy poco.
 

3 comments:

Anonymous said...

Recuerdo esa cancion, como recuerdo todo lo que el era,hacia, decia,contaba,las bromas fomes que decia, la forma en que miraba fijo hacia un lado cuando le contaba algo, que quizas, no le interesaba mucho, recuerdo tanto de el, pero hay algo que siempre se me fija en el recuerdo constante, sus manos...las recuerdas tu?...

M A G A said...

Querida hermana: Leí tu comentario y fue una increíble sorpresa, una de las cosas que más tengo presente son sus manos y no es por pretensión que te lo digo, lo recuerdo cada vez que miro mis manos, incluso cuando fueron los primeros días en el hospital uno de mis grandes desahogos en la casa fue llorar al ver mis manos y se lo dije a Moncho “tengo las mismas manos de él”. No me gustaban mis manos, creo que físicamente puedo representar menos edad pero mis manos dicen exactamente los años que tengo e incluso más, y por el único motivo que ya no me preocupa es porque son las manos de mi papá. Es increíble como todos los sentimientos están tan vivos, aunque ya no duelan igual, aunque quizás ahora pueda pasar un día sin pensar en él, pero a veces basta un pequeño detalle, no he podido terminar algo que escribí y que empezaba con “Son las pequeñas cosas que quedaron, el paquete de servilletas, el envase de jabón líquido, la cerradura que no alcanzaste a cambiar………….”

Creo que estamos prevenidos para los grandes detalles como las fotos por ejemplo, pero cuando nos encontramos sorpresivamente con algo tan simple como ese envase de jabón líquido que quedó en Isla Negra, es algo que te desequilibra totalmente.

Bueno hermana, es interesante escribirse y decirse todas estas cosas, especialmente entre nosotras que afortunadamente somos las más mentalmente estables en esta trágica historia. Chao ardillita pequeña, como te dije voy a escribir de ti y ya me estoy riendo.

M A G A said...

En un día como hoy, te imagino, tal como como vi a mi hermano el sábado pasado, afuera del negocio observando la vida pasar. Tú también te detenías algunos días a mirar?, qué pensabas?, creías acaso que un día podrías detenerte completamente y hacer lo que realmente querías hacer? Cuando pienso en mi vida también temo no tener la posibilidad de parar, desde que te fuiste pienso más constantemente, hasta cuándo? si tú aún tenías toda la posibilidad de disfrutar de la vida, tenías las ganas, tenías la energía interior que te lo hubiera permitido, amabas la vida, nos amabas, por qué podría merecer yo esa posibilidad?